
El Derecho de Familia está integrado por un conjunto de normas jurídicas que regulan las relaciones personales y patrimoniales de los miembros de una familia. Estas normas cuya finalidad será solucionar o prevenir los conflictos que, con frecuencia, se suscitan entre los cónyuges o convivientes y entre estos y sus descendientes, necesariamente tienen que ser interpretadas y aplicadas a favor de los hijos.
El abogado de familia requiere especial capacidad para comprender las emociones, sentimientos y estados de ánimo que el cliente está sufriendo cuando acude a nuestro despacho profesional, de modo que se genere una conexión que nos permita ponernos en su lugar sin juzgar.
Mi preparación académica en mediación de conflictos ha resultado fundamental para la conciliación en procesos familiares, tratando de buscar la solución más adecuada primando siempre el beneficio de los menores.
Como abogada de familia sé que el cliente llega al despacho afectado muy probablemente de emociones como decepción, frustración o ira. Por tanto la solución del problema requiere serenidad, comprensión y paciencia, para tratar de acercar posiciones entre las partes si es posible, y evitar la decisión del Juzgador a través de un proceso contencioso, donde se implicará a los hijos, y habitualmente se acaban adoptando decisiones judiciales que no contentan a ninguna de las partes.
Mi ámbito de trabajo como abogada de familia supone la dirección técnica de los divorcios de mutuo acuerdo o contencioso, y medidas civiles en relación con hijos de parejas no casadas, con las consecuencias personales y económicas de la crisis: custodia, pensión compensatoria, alimentos, uso de vivienda familiar, y demás procesos como liquidación de los regímenes económicos-matrimoniales o reclamación de filiación.



